Reseña de “Crónica de una sociedad intoxicada” de Joan Ramon Laporte

Joan-Ramon Laporte es una de las figuras más importantes de la farmacología en Europa. En 2016, la revista Pharmacoepidemiology and Drug Safety le solicitó un artículo de opinión porque se cumplían 50 años del evento que se considera el inicio de la farmacovigilancia en el mundo: el desastre de la talidomida y las acciones posteriores de los gobiernos.

En este artículo, en una de las mejores revistas del mundo del ámbito, Laporte esboza las hipótesis que, de forma divulgativa, expone en su libro “Crónica de una sociedad intoxicada”. A saber: el uso intensivo y extensivo de los medicamentos (más dosis de la necesaria, más tiempo del necesario, más indicaciones de las demostradas sólidamente) causa una daño directo (eventos adversos) e indirecto (accidentes de tráfico, caídas, ..) de tal magnitud que los fármacos se han convertido en una de las principales causas de muerte, enfermedad y discapacidad en el mundo. Esta desoladora conclusión supone un gigantesco fracaso social, que debe ser especialmente difícil de reconocer para un académico y científico que ha dedicado su vida a estudiar, investigar, enseñar e impulsar la farmacología y la farmacovigilancia.

En todo caso, Laporte plantea el texto como una hipótesis de trabajo. Partiendo de datos científicos, el autor pretende, sobre todo, generar reflexión para la acción:

“El consumo inadecuado y excesivo de fármacos es un problema de dimensiones globales, que requiere una acción científica, ética, médica, política y legislativa en el ámbito local y nacional y en el internacional. Salud, atención sanitaria y medicamentos son bienes colectivos. Que por lo tanto deben ser objeto de debate público. Este libro pretende aportar elementos de reflexión desde la óptica de un farmacólogo clínico. Seguro que pueden ser muy enriquecidos por las aportaciones de otros farmacólogos, otros profesionales sanitarios, pacientes, epidemiólogos, historiadores y filósofos de la ciencia, psicólogos, juristas, activistas, sociólogos, economistas, y quizá algún político”

Es decir, su punto de partida es la perplejidad, primera acción intelectual de todo buen científico y Laporte es, sobre todo, un científico que sigue manteniendo su capacidad para “perplejarse” y defendiendo que la misión más importante de la ciencia no es conocer por conocer sino conocer para actuar y mejorar la sociedad. Eso pretende su libro.

En los 10 primeros capítulos Laporte explica qué son, cómo se han descubierto, cómo actúan y cómo se investigan los medicamentos que consumimos. Incide en el concepto de “bala mágica”, un término creado por Paul Ehrlich, médico investigador alemán que descubrió la toxina antidiftérica y el primer medicamento útil para la sífilis a principios del siglo XX y que estaba convencido de que toda enfermedad acabaría teniendo una terapia química específica, que curaría las enfermedades abordando su etiología básica, sin afectar al resto del organismo. Este mito ha inspirado la investigación farmacológica desde entonces:

“Una bala mágica es perfecta para curar una enfermedad y no tiene efectos adversos. Actúa de manera selectiva sobre un receptor bioquímico, repara su función, y así alivia los síntomas de la enfermedad, incluso puede curarla. Lamentablemente, solo los antibióticos, las vitaminas y la insulina y otras hormonas se acercan al concepto de bala mágica, pero son más bien excepciones, excepciones e imperfectas”

El problema es que este mito -escasísimo, como son los mitos- se sigue invocado como un poderoso eslogan publicitario, un totem de tecnología ficción con enorme capacidad para generar sobrevaloración social y, lo que es peor, clínica, es decir, de los profesionales responsables de su utilización:

En nuestra sociedad el modelo de la bala mágica es invocado a menudo, de manera implícita o explícita, para describir la supuesta o esperada efectividad de los fármacos, vacunas y otras intervenciones médicas. Expresiones como «nuevas dianas terapéuticas», «selectividad de acción», «efecto a nivel molecular» y otras son convertidas en eslóganes de los materiales de promoción comercial. Es una retórica convincente. Muy a menudo en medicina la ignorancia aparece disfrazada de lenguaje mágico y arcano, la pátina que la cultura médica necesita para decidir que se encuentra ante una verdadera innovación

Esta fantasía simplificadora de la existencia de una supuesta farmacología de precisión contrasta con la realidad que Laporte denomina “terapéutica en perdigonada”:

“En sentido estricto, no hay ningún medicamento que sea una bala mágica. Hay algunas intervenciones que se le acercan, pero no muchas. Con mayor o menor intensidad, los fármacos se unen a numerosos receptores, aparte del que es presentado como único y específico. Cada uno de estos receptores forma parte de una vía bioquímica o fisiológica, en la que intervienen muchos otros receptores. Además, cada receptor contribuye al funcionamiento de varias vías. El resultado es que cada fármaco produce una amplia variedad de efectos fisiológicos, los cuales además tienen un efecto en cascada sobre otras vías. La condición de la especificidad, por lo tanto, no puede ser satisfecha”

La inmensa mayoría de los medicamentos más consumidos en la actualidad están lejos de ser balas mágicas aunque siempre son vendido como tales y, lo que es peor, con demasiada frecuencia, insistimos, utilizados como si lo fueran. Laporte cita un artículo científico que demostró, por ejemplo, propiedades antibióticas de fármacos no antibióticos que van desde el omeprazol a algunos antiinflamatorios.

Por otra parte, los medicamentos se utilizan como si las enfermedades fueran monocausales. Otra simplificación que igual que la especificidad de la bala mágica está muy lejos de la realidad: la complejidad biológica, especialmente en las enfermedades crónicas, siempre implica una insuficiencia básica de la terapéutica farmacológica lo que inevitablemente se traduce en una enorme incertidumbre sobre la eficacia de la intervención.

Estos mitos fundadores de la farmacología son tremendamente importantes para Laporte:

“El modelo del fármaco bala mágica que llega adonde tiene que llegar y allí practica una reparación precisa es una idealización. No obstante, esta metáfora ha guiado gran parte de la investigación farmacológica en los últimos 100 años, y es utilizada de manera abusiva para la promoción cultural y comercial de los medicamentos, porque tiene muchos atractivos. Aunque es simplificadora, parece sencilla. Es fácil de explicar con mensajes cortos y anuncios publicitarios. Es un potente incentivo financiero, porque las balas mágicas se pueden producir a gran escala y son fáciles de distribuir y de vender, si se las compara con las intervenciones de carácter social y económico o con las modificaciones de hábitos vitales, que no son patentables, ni fáciles de producir, distribuir y vender”

Pero, en este fenómeno social que es el medicamento, la incertidumbre no solo es biológica. Lamentablemente hay que añadirle la incertidumbre que implica la falta de fiabilidad de los estudios científicos que avalan su utilización. Hace cuatro décadas, como parte de la revolución neoliberal que lideraron Thacher y Reagan, se decidió políticamente que la investigación, especialmente la clínica, fuera financiada por compañías privadas. Permitir que la empresa que va a beneficiarse de la venta de un producto sea la que financie la investigación de ese producto para justificar su uso no parece una idea muy inteligente. Laporte explica de forma muy amena el poder del placebo y cómo las compañías lo utilizan hábilmente -junto con la manipulación de la metodología científica utilizada para justificar la eficacia de los medicamentos, el ensayo clínico- para obtener casi siempre los resultados deseados.

Este grave proceso de traición sistemática al espíritu de la ciencia se ve reforzado por la captura que las empresas farmacéuticas han hecho de toda la cadena del conocimiento, no solo de su producción sino también de su publicación, divulgación, síntesis, enseñanza y aplicación en el momento de la prescripción.

El libro, a pesar de estos aspectos que pueden parecer muy técnicos, es muy ameno porque el autor elige medicamentos comunes para ilustrar tanto los procesos de investigación como las consecuencias de su sobrepotenciada, a través de las complejas estrategias de marketing de la industria, utilización posterior.

A las consecuencias de esa utilización intensiva de los medicamentos dedica Laporte los capítulos centrales del libro, quizá los que han despertado más interés y polémica y los que, precisamente, ilustran su título:

“En 2022 en España se hicieron 1.100 millones de recetas a cargo del sistema sanitario público (23 recetas por habitante). A esta cifra hay que añadir unos 270 millones de envases dispensados en las farmacias y no financiados por el sistema público. Son mayoritariamente medicamentos que no necesitan receta, de manera que podemos decir que, por término medio, cada ciudadano consumió unas 29 cajas o envases de medicamentos al año, sin contar las recetas hechas en los hospitales. El grupo de medicamentos de mayor consumo es el de los analgésicos (131 millones de envases), seguido de los medicamentos para la hipertensión arterial (102 millones), los fármacos para el colesterol (82 millones), los ansiolíticos y los hipnóticos (77 millones), el omeprazol y similares (74 millones) y los antidepresivos (53 millones). De cada 10 ciudadanos, tres toman algún psicofármaco, tres toman un omeprazol, y dos un medicamento para el colesterol”

Los datos son abrumadores por su dimensión, especialmente entre las personas mayores. En relación con los psicofármacos, por ejemplo:

“De cada dos personas mayores de 70 años, una (generalmente una mujer) recibe algún psicofármaco cada año. En esta franja de edad, una de cada cuatro personas toma un fármaco para la depresión, también una de cada cuatro toma un medicamento para dormir, y una de cada diez toma un neuroléptico. Muchas consumen dos o tres psicofármacos de manera simultánea”

Es discutible la eficacia de la mayoría de los psicofármacos pero es obvio su exceso (por lógica parece imposible poder afirmar que la mitad de las personas ancianas necesiten medicamentos para alteraciones mentales) y su riesgo:

“Los psicofármacos causan problemas de atención y de memoria y dificultad para tomar decisiones, y esto se debe a que con su consumo continuado se les han acumulado concentraciones altas de estos fármacos en el sistema nervioso. Muchas personas en estas situaciones mejoran de manera espectacular si se les retira gradualmente esta medicación”

“Muchos médicos“, afirma el autor, “lo consideran una especie de dopaje mental: creen ayudar a las personas mayores y solas con estos medicamentos, pero en realidad las intoxican

Actualmente casi un 10% de la población en España consume cinco medicamentos o más de manera concomitante y continuada. Entre las personas mayores de 70 años, la mitad toma cinco medicamentos o más. Si consideramos a los mayores de 65 años, de cada 100 personas hay 30 que toman seis medicamentos o más de manera concomitante (con amplia variabilidad entre comunidades autónomas, desde 15 en el País Vasco hasta 40 en Murcia).

La polimedicación es un riesgo por si misma:

“cuando se toman varios fármacos a la vez se pueden producir interacciones entre ellos, es decir, que un fármaco puede modificar el efecto de otro: aumentándolo, con posible toxicidad, o disminuyéndolo, con pérdida de su efectividad. El problema es que las interacciones entre fármacos se estudian por pares: se evalúa, generalmente en voluntarios sanos y jóvenes, si el fármaco A modifica los efectos del fármaco B, y viceversa. Muy raramente se evalúan las interacciones entre tres fármacos. No hay estudios en los que se hayan evaluado las interacciones entre cuatro medicamentos tomados de manera concomitante. Una persona que tome más de cuatro fármacos tiene muchas más probabilidades de sufrir alguno de sus efectos adversos que la suma de probabilidades propia de cada fármaco por separado”

Gran número de esos medicamentos son prescritos de forma inadecuada o porque no han demostrado eficacia (mucolíticos, antiespasmódicos, medicamentos para la demencia o la artrosis, y también fármacos para las varices venosas, vasodilatadores cerebrales..), o porque no están indicados (por ejemplo, “en Cataluña cada año se prescriben estatinas casi a un millón de personas, pero solo pueden obtener un efecto beneficioso como máximo unas 150.000, según los resultados de los ensayos clínicos. Las otras 850.000 se exponen a tener problemas musculares, diabetes o hepatitis, entre otras complicaciones, sin sacar provecho alguno”) o porque se dejan puestos más tiempo del necesario (a veces de forma indefinida sin ningún sentido)

Las consecuencias son graves. Por ejemplo, Laporte infiere de estudios epidemiológicos, que en España, “podría haber entre medio millón y ochocientos mil ingresos hospitalarios causados por efectos adversos de medicamentos” cada año, entre un 13-16% de todos los ingresos.

El balance es terrorífico:

“En Cataluña cada año los efectos adversos de los medicamentos causan como mínimo 100.000 ingresos hospitalarios, unos miles de muertes dentro y fuera de los hospitales, 3.000 hemorragias graves, más de 2.400 fracturas de cuello de fémur, unos centenares de neumonías, unas decenas o centenares de cánceres, unos centenares de casos de fibrilación auricular, centenares de casos de diabetes, miles de personas con disfunción sexual, miles con dolores musculares, un número indeterminado de episodios de violencia y agresión, de infarto de miocardio, de falsos diagnósticos de demencia, de suicidios…”

Si se multiplican estos números por seis o por siete se podrán tener cifras aproximadas para el conjunto del Estado. Afirma:

“Si hace 50 años el principal reto de los sistemas sanitarios era garantizar el acceso universal a la atención, ahora, en los países ricos, su principal reto terapéutico es retirar la medicación innecesaria a la gente”

El problema del mal uso de los medicamentos va a ir a más no a menos:

“Los patrones de consumo desmienten que la medicina que se practica esté basada en las mejores pruebas: domina la prescripción de medicamentos inútiles y de medicamentos con efectos cosméticos sobre pruebas de laboratorio. La polimedicación injustificada crece, espoleada por las recomendaciones, guías de práctica clínica y protocolos inspirados en una medicina basada en pruebas inspiradas (a su vez) por la industria, que nos supone a todos iguales y uniformes”

El profesor Laporte llega a recomendar una serie de preguntas de salvaguarda que todo paciente debería hacer a su médica ante cualquier prescripción:

” ¿Cuál es el objetivo del tratamiento? (Quizá lo que es un objetivo importante para el médico no lo sea para usted). ¿Ha comprobado que la dosis que me receta es la adecuada para mí? ¿Sería más prudente comenzar con una dosis más baja e ir viendo cómo va? (Algunos médicos tienden a recetar la misma dosis a una persona de 45 kg que a una de 85. Pregunte si la dosis es adecuada para su peso). ¿El medicamento que me receta es compatible con los que ya estoy tomando? ¿No puede ser que uno anule el efecto de otro? ¿O que por el contrario lo potencie excesivamente? ¿Hasta cuándo está previsto que dure el tratamiento? Y si no me lo puede decir, ¿dentro de cuánto tiempo nos veremos para evaluar cómo ha ido y para decidir si continúo con este fármaco?”

La sobreutilización de fármacos no solo es un problema de salud pública también de sostenibilidad del sistema:

“Según datos del Ministerio de Sanidad, en 2021 el gasto sanitario público total fue de 87.941 millones de euros. El gasto en medicamentos fue de 20.939 millones (12.809 en recetas dispensadas en farmacias y 8.408 en medicamentos de dispensación hospitalaria). Es decir, que en España la factura farmacéutica del sistema sanitario público fue de un 25,7% del gasto sanitario total”

Este peso de los medicamentos en el gasto público sanitario es más del doble del que dedican países como Dinamarca, Suecia o Países Bajos (entre 10.-11%) que no están precísamente peor que nosotros de salud.

Un problema complejo, por tanto, que requiere soluciones complejas. A describir los elementos claves y potenciales soluciones dedica Laporte el último capítulo:

  • demasiada oferta
  • inteligencia del sistema en manos de la industria
  • mala gestión
  • sobrevaloración de los pacientes
  • malas condiciones de trabajo de los profesionales
  • conflictos de interés
  • falta de una política del medicamento

Laporte lo tiene claro:

“Un uso más prudente (menos fármacos, dosis de algunos más bajas) y más ajustado a las necesidades individuales de cada paciente y al contexto social también contribuiría a evitar la enfermedad y la muerte causadas por medicamentos, así como el coste que esto supone para nuestro sistema sanitario, que es el principal responsable de promover un uso saludable de los medicamentos. Si los sistemas sanitarios seleccionaran los fármacos que necesitan y evitaran los inútiles y los superfluos, también se evitarían muchos EAM (efectos adversos de medicamentos) innecesarios. Si tuvieran mecanismos destinados a comprobar la seguridad de los fármacos que seleccionan, por ejemplo, por una vigilancia intensiva de los primeros 1.000 o 10.000 pacientes tratados y si decidieran en consecuencia, se evitarían muchos EAM innecesarios. Si se constituyeran en observatorio permanente y crítico de los patrones de prescripción y consumo de medicamentos, se evitarían muchos EAM. Si los médicos prescriptores recibieran información y formación no suministradas por las compañías farmacéuticas o personas interpuestas, se evitarían muchos EAM innecesarios. Si se evitaran los conflictos de intereses con compañías farmacéuticas entre los profesionales y los gestores de los sistemas sanitarios, se evitarían muchos EAM. Además, estas actuaciones y otras ayudarían a optimizar los tratamientos necesarios, y multiplicarían su efectividad. No veo otras vías para evitar la paradoja de que el sistema sanitario se convierta —si no lo es ya— en uno de los principales causantes de enfermedad”

Tenemos un problema grave que no es solo una cuestión de mejor ciencia o más control por parte de la administración. Es un problema, en su origen, cultural. En mi opinión, una especia de respuesta tecnologizada, socialmente deseada, al universal miedo a la muerte:

“Para el conjunto del sistema sanitario y para la sociedad, el consumo de fármacos simboliza el deseo y la capacidad de modificar el curso «natural» de las enfermedades. Los temores y las incertidumbres alientan el pensamiento mágico. Medicamentos y vacunas son un símbolo de esperanza ante el miedo y la incertidumbre y, a menudo, son objeto de ritos de falsa prevención o falso tratamiento de problemas inexistentes o infrecuentes. De manera más general, son objeto del ritual de confianza ciega en el progreso y la ciencia. Pero más allá de sus efectos beneficiosos y adversos, el consumo de medicamentos es una característica cultural: es un reflejo de las esperanzas que la sociedad deposita en la capacidad de la medicina para preservar la salud y para curar o aliviar la enfermedad, y de manera más general también es reflejo de lo que cada sociedad entiende como salud o como enfermedad”.

Un libro, en definitiva, necesario y riguroso pero también entretenido y saludable. Saludable porque puede cambiar la relación entre pacientes y sus fármacos de manera que tengan una visión más equilibrada de su utilidad. Escrito, como ha sido, por un científico y académico que ha dedicado toda su vida al medicamento, que ama, por tanto, la farmacología, tiene especial relevancia como testimonio que no deja de ser el de un fracaso. El abuso en el uso de los medicamentos en nuestro sistema sanitario no es algo irremediable. Leer al profesor Joan Ramon Laporte es una de esas pocas señales de esperanza que todavía nos quedan.

El próximo miércoles día 4 de diciembre, en el Centro Cultural Puertas de Castilla de la ciudad de Murcia, tendremos la oportunidad de conversar largo y tendido con el autor. Para no perdérselo.

Abel Novoa es médico de familia y presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de la Región de Murcia

ADSP Murcia organiza un diálogo público sobre salud, pobreza, equidad y pandemia

ABRIL 2021. Bajo el título de “Pobreza, equidad y pandemia”, esta Mesa Redonda celebrada en formato on-line y de participación abierta, nos permitió conversar con profesionales sanitarios, con miembros activos en estructuras de participación ciudadana, con colectivos de pacientes y sociedades científicas, con representantes de partidos políticos y organizaciones sindicales… sobre los retos a los que se enfrenta la Sanidad Pública murciana.

En un PRIMER BLOQUE, Juan Antonio Sánchez (@Juanssmf) presentó nuestro informe “MURCIA, ENFERMA DE POBREZA“, el cual recogía ya en 2019 la deficitaria situación de salud en la Región.

En un SEGUNDO BLOQUE, Carmen Nicolás resaltó el importante trabajo de las enfermeras durante la pandemia, defendió el necesario cambio en el paradigma de cuidados del actual modelo hospitalocentrista, y denunció las graves carencias asistenciales, especialmente hacia las personas mayores, durante la pandemia.

En un TERCER BLOQUE, Mario Soler (@TorrojaMario) compartió un primer borrador de lo que serían nuestras PROPUESTAS PRIORITARIAS EN DEFENSA DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO PARA EL PRÓXIMO BIENIO 2021-22, para abrir el debate y confeccionar entre todas las asistentes la hoja de ruta de la asociación.

En un CUARTO BLOQUE, las personas que nos acompañaron en la mesa redonda pudieron compartir sus aportaciones y resaltar aquellos aspectos estratégicos para mejorar el sistema sanitario público regional.

José Antonio Peñalver, psiquiatra y diputado por el Partido Socialista en la Asamblea Regional, destacó la necesidad de CREACIÓN DE PLAZAS ESTRUCTURALES EN ATENCIÓN PRIMARIA, lo que permitiría adecuar las ratios de personal sanitario a las necesidades reales de salud de la población.

Tanto José Antonio como Delia Topham y Rosa Garrigós, presidenta y coordinadora de la Federación de Salud Mental de la Región de Murcia, insistieron en la NECESIDAD DE UNA ESTRATEGIA DE SALUD MENTAL, como recoge el Dictamen de la Comisión de Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados, que incremente significativamente la inversión, configure un verdadero sistema integral de atención, combata la estigmatización y garantice los derechos de las personas con problemas de salud mental, con un enfoque de género puesto que la mujer ha soportado las principales cargas de trabajo durante la pandemia y ha seguido sufriendo las consecuencias de la violencia de género

De forma especial, reivindicaron la presencia de PSICÓLOGOS CLÍNICOS EN ATENCIÓN PRIMARIA, profesionales que garanticen la atención ágil y rápida de trastornos mentales antes de que éstos escalen o se cronifiquen. Es preciso el abordaje comunitario de la salud mental desde Primaria, organizando actividades en la comunidad a la que pertenecen, en colaboración con los ayuntamientos, las asociaciones de vecinos o los centros culturales y educativos. En suma, establecer una red comunitaria de apoyo que ayude a mejorar a las personas con trastornos de salud mental.

Delia también propuso investigar y profundizar en las causas que hay detrás de la REDUCIDA ESPERANZA DE VIDA DE LAS PERSONAS CON PROBLEMAS DE SALUD MENTAL. Esta reducción puede llegar a ser hasta 10-15 años inferior a la población general, y se atribuye generalmente a la medicación, el consumo de tóxicos o el sedentarismo. Pero también existen otras patologías no mentales que se asocian y pueden pasar desapercibidas.

Rosa recordó la moción aprobada en Asamblea Regional el pasado mes de diciembre, que instaba al Gobierno regional a realizar un plan autonómico de PREVENCIÓN DEL SUICIDIO, de la que aún no se sabe nada. También insistió en un cambio de modelo de centros psiquiátricos que evite las macro-residencias, fomentadas por cuestiones económicas pero que impiden la deseable DESINSTITUCIONALIZACIÓN DE LAS PERSONAS. Por último, pidió que los servicios de salud mental articulen fórmulas para la ESCUCHA A LAS FAMILIAS, que pueden aportar mucho para la mejora de los pacientes, siempre dentro del respeto a la privacidad del paciente y cuidando el vínculo terapéutico con los profesionales de salud mental.

Jesús Abenza, médico de familia y vicepresidente de la Sociedad Murciana de Medicina Familiar y Comunitaria (SMUMFYC), denunció el enfoque excesivamente asistencialista adoptado por el sistema de salud en nuestra Región, muy centrado en lo sanitario y que olvida la prevención y la promoción en sus planificaciones, por lo que no tiene en cuenta los DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD a la hora de desarrollar estrategias poblacionales. Para corregir esto, Jesús remarcó la necesidad de un esfuerzo conjunto y transversal de todos los colectivos, profesionales y ciudadanos, que fomente la PARTICIPACIÓN COMUNITARIA mediante la intervención en los municipios y las zonas básicas de salud. Por último, recordó la PÉRDIDA DE ACCESIBILIDAD que está sufriendo la población con las nuevas vías de acceso a la Atención Primaria (teléfono, video-llamada, tele-consulta)

Juan Francisco Zapata, miembro de la Comisión de Salud Comunitaria de Molina de Segura, también reflejó la importancia de la PARTICIPACIÓN CIUDADANA en la gestión de la salud pública y compartió la experiencia de la creación del Consejo de Salud Municipal de Molina, donde se han venido trabajando políticas de salud que han revertido en el bienestar de la ciudadanía. Especialmente quiso insistir en la necesidad de TRANSPARENCIA EN LA GESTIÓN SANITARIA PÚBLICA.

Paloma Castillo, enfermera de Primaria, también insistió en la participación comunitaria y en la necesidad de desarrollar los CONSEJOS DE SALUD DE ZONA, donde la ciudadanía junto con sanitarios, docentes, autoridades municipales… detectarían las necesidades y las situaciones de inequidad en salud de la ciudadanía y las transmitirían a los Consejos de Salud de Área. Además, denunció el DÉFICIT E INESTABILIDAD DE LAS PLANTILLAS DE ENFERMERÍA EN PRIMARIA, víctimas de décadas de desinversión. También criticó la ESTRATEGIA REGIONAL SOBRE VACUNACIÓN COVID, que no ha tenido en cuenta a los profesionales de Primaria a la hora de planificar. Esta estrategia ha preferido lejanos mega-centros de vacunación frente a la proximidad de los Centros de Salud, al tiempo que no está haciendo llegar una adecuada información a los profesionales.

María Marín, diputada de Podemos en la Asamblea Regional, hizo hincapié en el necesario cambio a un MODELO PÚBLICO DE CUIDADOS SOCIO-SANITARIOS, para que algo tan importante como la salud de nuestros mayores no quede en manos de iniciativas privadas, movidas tan sólo por la búsqueda de beneficio. También recordó la solicitud presentada en Asamblea Regional, a petición de las familias de fallecidos, para crear una Comisión de Investigación sobre el discurrir de la pandemia en las residencias. Además, reivindicó que la Asamblea comience ya los trámites para aprobar la Ley de Residencias de Mayores, cuya proposición fue presentada el pasado mes de febrero, y que debe regular las ratios de personal y acabar con la actual precariedad de enfermeras, auxiliares, psicólogos, terapeutas ocupacionales, animadores y trabajadores sociales.

Juan Luis Chillón, sociólogo y miembro del Consejo Municipal de Salud de Molina de Segura, quiso insistir en la importancia de la participación ciudadana a través de los CONSEJOS DE SALUD, instrumentos concebidos para el encuentro de profesionales, políticos, representantes sociales y ciudadanía en general trabajando unidos para mejorar la salud de la comunidad.

Pedro Marset, médico y catedrático de universidad, explicó la Iniciativa Ciudadana Europea #Right2Cure – No Profit on Pandemic, que surgió hace un año para denunciar la gestión de la Unión Europea con las farmacéuticas y demandar mediante un millón de firmas, una VACUNA PARA CORONAVIRUS PÚBLICA Y UNIVERSAL.

José Luis Álvarez Castellanos, coordinador regional de Izquierda Unida – Verdes, resaltó la necesidad de un PACTO POLÍTICO para aunar esfuerzos contra el progresivo cambio de modelo sanitario que venimos presenciando, pero también para conseguir una inversión importante y continuada en los presupuestos regionales, sin cambios a corto plazo. También recordó la importancia de la participación ciudadana en Salud, y de que más allá de los Consejos de Área, dicha participación descienda hasta el nivel de CONSEJOS DE ZONA.

Además, denunció las tremendas DESIGUALDADES ENTRE ÁREAS DE SALUD, las cuales deberían ser subsanadas mediante inversiones en estructura de plantillas y en material. Y citó como grave ejemplo de esa desigualdad, el aumento de LISTAS DE ESPERA PARA CONSULTAS, PRUEBAS DIAGNÓSTICAS E INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS que el Servicio Murciano de Salud (SMS) ha sufrido con la pandemia, para lo que propuso un plan de acción bien estructurado para recuperar los estándares de tiempos de demora establecidos legalmente. Teniendo siempre como referencia la REDUCCIÓN DE LA PRIVATIZACIÓN DE LA ATENCIÓN SANITARIA  al mínimo imprescindible, tan sólo para afrontar prestaciones a las que la sanidad pública no pueda llegar.

José Luis insistió también en la importancia de los PUNTOS DE ATENCIÓN SANITARIA EN ENTORNOS RURALES Y POCO POBLADOS (consultorios periféricos, puntos de atención continuada), fundamentales si queremos un modelo de salud pública, cercano a las personas y basado en la acción comunitaria. Además, recordó la necesidad de mejorar dentro de la cartera de servicios del Servicio Murciano de Salud, la ATENCIÓN A LA INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO, la cual se sigue realizando en clínicas privadas y en ocasiones, con coste para la mujer solicitante.

Por último, exigió que la COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL PROCESO DE VACUNACIÓN arranque en la Asamblea Regional y se lleve hasta sus últimas consecuencias, para denunciar cómo altos cargos han recibido vacunas al margen del protocolo establecido al tiempo que la Región se sitúa comparativamente a la cola de vacunas administradas por autonomías, y se opta por la organización de grandes centros vacunales que deja de lado a los centros de salud.

José Ramón Cuevas, enfermero y colaborador del área de Salud de Compromís, compartió el proceso que se está llevando a cabo en la Comunidad Valenciana para revertir el modelo de gestión privada y concesiones tanto de la Sanidad como de los Servicios Sociales.

Remedios Piqueras, enfermera de Atención Primaria, recordó la importancia de la ATENCIÓN A PERSONAS INMIGRANTES, la necesidad de LIBERAR LAS PATENTES PARA CONSEGUIR LA VACUNACIÓN UNIVERSAL, y apuntó la POCA PRESENCIA DE LA ENFERMERÍA ESCOLAR EN LOS CENTROS EDUCATIVOS, que quizá se estén dedicando a otras tareas alejadas de las necesidades de los colegios

Todas las personas asistentes coincidimos en que ahora más que nunca es necesario un trabajo coordinado de todas aquellas que luchamos por una sanidad pública y universal. A pesar de que nos encaminamos hacia un modelo más privatizador, menos público y menos universal, la nueva composición de la Asamblea hace más necesario que nunca esta unión de empuje de la sociedad civil.

Mesa Redonda: Sanidad Pública, pobreza, equidad y pandemia

ABRIL 2021. Bajo el título de “Pobreza, equidad y pandemia”, esta Mesa Redonda celebrada en formato on-line y de participación abierta, nos permitió conversar con profesionales sanitarios, con miembros activos en estructuras de participación ciudadana, con colectivos de pacientes y sociedades científicas, con representantes de partidos políticos y organizaciones sindicales… sobre los retos a los que se enfrenta la Sanidad Pública murciana.


En un PRIMER BLOQUE, Juan Antonio Sánchez (@Juanssmf) presentó nuestro informe “MURCIA, ENFERMA DE POBREZA“, el cual recogía ya en 2019 la deficitaria situación de salud en la Región:

  • Una ESPERANZA DE VIDA inferior a la media nacional.
  • Una cantidad de AÑOS DE VIDA SALUDABLE inferior a la media nacional (63,2 frente a 55,6 años).
  • Unas TASAS DE MORTALIDAD por enfermedad cerebrovascular o por enfermedad isquémica del corazón ajustadas por edad superiores a las cifras nacionales
  • Una elevada prevalencia de SOBREPESO tanto en población adulta (44,9) como en población infantil (25,7) que superan ampliamente la media nacional.
  • Una creciente TASA DE POBREZA que cada vez se aleja más de la tasa nacional (30,1% en Murcia frente a 21,6% en España en 2017), y que es una condicionante general para muchos indicadores de salud.
  • Curiosamente, un GASTO PÚBLICO SANITARIO por habitante superior en Murcia al del conjunto del Estado (1552,6 frente a 1379,6 euros en 2016), pero con un menor gasto en Atención Primaria que en Especializada de forma marcada (13,7% frente a 62,9% en 2016).
  • Unas enormes diferencias en ACCESIBILIDAD a consultas externas o pruebas diagnósticas según el área de salud o la ciudad en que viva el paciente. De tal forma que en áreas 2 y 3 de salud las demoras pueden llegar a quintuplicar las cifras de otras áreas.
  • Un GASTO DE FARMACIA en recetas también muy elevado.

Como resumen de situación, podemos afirmar que aunque hay un elevado gasto sanitario regional desde las transferencias sanitarias, éste no consigue mejorar la situación regional de salud, explicada por dos factores: una inversión focalizada en el sistema hospitalario, el gasto farmacéutico y la alta tecnología; y unos negativos indicadores socio-económicos regionales.

Nuestro informe ofrecía 60 propuestas estructuradas en 7 ejes para la mejora del sistema sanitario regional murciano:

  • la necesidad de un gran pacto político a favor de la sanidad pública
  • la gestión eficiente con presupuestos realistas
  • la integración de lo sanitario, lo social y lo medioambiental
  • un sistema centrado en la atención primaria
  • el cuidado de los profesionales sanitarios y las condiciones del trabajo que realizan
  • la participación ciudadana y la transparencia para buscar la mejor respuesta a los problemas y necesidades de los ciudadanos
  • la gestión de innovación y tecnología a incorporar al sistema con criterios de rentabilidad pública y seguridad del paciente

En un SEGUNDO BLOQUE, Carmen Nicolás resaltó el importante trabajo de las enfermeras durante la pandemia, asumiendo desde su capacidad técnica y su generoso compromiso con la sociedad, la principal carga de trabajo y contacto con los pacientes.

Nuestro sistema de salud se encontraba muy debilitado y necesitado de enfermeras como consecuencia de los recortes llevados a cabo. En la Región partíamos de forma previa a la pandemia de una desfavorable situación, con excesivas RATIOS ENFERMERA/PACIENTE, variables entre 1367 y 1823 tarjetas por enfermera de Primaria, cuando las cifras aconsejables son 1500 usuarios en Primaria, 6-8 pacientes ingresados en hospital o 2 pacientes en Unidad de Cuidados Intensivos.

Asimismo, el actual MODELO HOSPITALOCENTRISTA necesitaba ya cambios para transformar su paradigma de cuidados hacia otro más preventivo, comunitario y proactivo. Para ello, son precisas intervenciones comunitarias, familiares y en domicilio, dirigidas a la autonomía del paciente y no a la dependencia. Y en este sentido, surge el papel imprescindible de la enfermera comunitaria.

Y entonces, las grandes CARENCIAS DE CUIDADOS de la población fueron puestas de relieve durante la pandemia, especialmente aquellas relacionadas con los mayores. Las profesionales sanitarias en residencias, durante la primera ola en la primavera de 2020, no disponían de equipos de protección individual (EPIs) y las personas residentes quedaban excluidas de las derivaciones hospitalarias de manera generalizada. Muchas residentes estuvieron incomunicadas con el exterior y con sus familias durante semanas.

Las deficiencias estructurales y de recursos del sistema, como la ausencia de planes de contingencia, la exclusión de las residencias del acceso a la Atención Primaria, la descoordinación entre Salud y Política Social, entre Autonomías y Ministerio, entre Primaria y Hospitales, la precariedad endémica, la falta de previsión y el retraso en actuaciones… generaron un inaceptable DESAMPARO DE LOS MAYORES en las residencias, como recoge el informe La Otra Pandemia de Amnistía Internacional.

El sistema de asistencia socio-sanitaria necesita una serie de cambios que redirijan las políticas de atención a nuestros mayores:

  • El imprescindible CAMBIO DEL MODELO RESIDENCIAL mediante la potenciación de la red pública, ya que actualmente más del 70% de las residencias pertenecen al sector privado. También es preciso el refuerzo de personal y la mejora de condiciones laborales en residencias. Llama la atención que no exista obligatoriedad de contar en residencias con enfermería durante turno de 24 horas.
  • La adecuada COORDINACIÓN ENTRE CONSEJERÍAS de Salud y de Política Social, que ha sido solventada con soluciones parciales durante pandemia: la formación de la CORECAAS, que solucionó brotes y otros problemas en residencias; la coordinación entre hospital y residencias del área 6 gracias a un equipo geriatra-enfermera; o las experiencias de enfermería en área 4 (Noroeste) en el manejo de brotes en residencias.
  • La verdadera ATENCIÓN UNIVERSAL para los mayores en residencias. Es preciso recordar que, como en el resto de la ciudadanía, existe un médico de familia adjudicado a cada anciano en residencia. La Residencia debería ser considerada como un domicilio, donde habitan un 70% de incapacitados para salir (que tendrían que recibir por tanto una asistencia a domicilio por parte de su médico y su enfermera de Primaria) y un 30% independientes que pueden y deberían acudir al Centro de Salud.

En un TERCER BLOQUE, Mario Soler (@TorrojaMario) compartió un primer borrador de lo que serían nuestras PROPUESTAS PRIORITARIAS EN DEFENSA DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO PARA EL PRÓXIMO BIENIO 2021-22, para abrir el debate y confeccionar entre todas las asistentes la hoja de ruta de la asociación.

Consideramos que las principales propuestas de nuestro análisis previo siguen plenamente vigentes:

  • un PACTO POLÍTICO en la Asamblea Regional por un sistema sanitario público universal
  • unos PRESUPUESTOS anuales realistas que acaben con el déficit estructural de todos los años
  • un sistema sanitario que pivote en la atención primaria y la salud pública, que tenga muy en cuenta los DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD, con una visión integradora de lo sanitario, lo social, lo salubrista y lo medio-ambiental
  • un PLAN DE SALUD REGIONAL dirigido a disminuir estas desigualdades, que priorice la atención a grupos más vulnerables, que oriente las inversiones hacia lo que genera salud y evite gasto ineficiente, y que coordine y dé coherencia a todos los planes y programas de la Consejería y Servicio Murciano de Salud con transparencia para profesionales y usuarios
  • una mayor INVERSIÓN EN PRIMARIA que distribuya recursos con criterios de equidad según necesidades y características de la población atendida, que adecue plantillas a ratios de 1250 usuarios por médico, 1250 usuarios por enfermera, y una trabajadora social por Centro de Salud
  • una mayor INVERSIÓN EN SALUD PÚBLICA con mejor coordinación con el SMS, con estructura en cada área de salud, trabajando en estrecha colaboración con Primaria para definir planes específicos, grupos vulnerables, y estrategias de prevención y promoción
  • un ABORDAJE SOCIO-SANITARIO de los problemas de salud, teniendo en cuenta el incremento de la pobreza, las desigualdades y la atención a grupos vulnerables, disponiendo de una trabajadora social en cada centro de salud, pero dirigida a la coordinación con Primaria y los servicios municipales
  • la promoción de la PARTICIPACIÓN COMUNITARIA, para recuperar los consejos de área que han dejado de reunirse, y para el desarrollo de nuevos consejos de salud que permitan la participación real en la toma de decisiones de ámbito municipal y/o por zona básica de salud
  • el fin de la PRECARIEDAD LABORAL y la temporalidad estructural en los profesionales sanitarios para mejorar las condiciones laborales y de seguridad en el trabajo. Para ello, será precisa la consolidación de las plazas creadas con la pandemia, puesto que en realidad cubrían déficits históricos. También evitar los contratos encadenados de días y semanas, especialmente en enfermería, y en su lugar, ofertar contratos estables al finalizar MIR, EIR y PIR. Así como la mejora en la prevención de riesgos laborales

Al mismo tiempo, reconocemos nuevas necesidades surgidas con la pandemia:

  • La atención socio-sanitaria a PERSONAS MAYORES FRÁGILES VULNERABLES: un sistema de ayuda social rápido y flexible que dé respuesta a problemas urgentes; la verdadera coordinación socio-sanitaria; la mejora de la atención domiciliaria desde Primaria; la atención al final de la vida en domicilio; y un plan específico para abordar la atención sanitaria en residencias
  • La mejora de la ATENCIÓN A LA SALUD MENTAL, aumentando los recursos para reducir tiempos de espera y conseguir respuestas ágiles y rápidas, e incrementando plazas de psicólogos para tratar de no medicalizar en lo posible problemas de salud mental
  • La recuperación de la atención a ENFERMOS CRÓNICOS y a pacientes en lista de espera, descuidados por la pandemia.
  • La recuperación del pleno derecho a la ATENCIÓN PRESENCIAL en consulta por decisión de los pacientes. Dicha presencialidad no debe estar condicionada por decisión de los profesionales. Pero al mismo tiempo, hemos aprendido que hay otros modos de consulta virtual que pueden resolver problemas de salud (telefónica, telemática o por vídeo) y que deben ser desarrolladas con la adecuada formación a los profesionales en estrategias de comunicación.
  • La mejora del programa de VACUNACIÓN ANTI-COVID19. Para ello, serán precisas mayor información a profesionales y población general, mayor transparencia, mayor implicación de los centros de salud sin necesidad de grandes recintos, mayor antelación en citas, mayor accesibilidad a centros de vacunación. En este sentido, apoyamos la iniciativa Right2Cure para conseguir la vacunación universal.
  • La aplicación y el desarrollo pleno de la LEY DE EUTANASIA en la Región. Se trata de un nuevo derecho sobre el que habremos de estar vigilantes, en primer lugar creando la comisión de garantía de profesionales.